Podríamos llamarla ‘la especia de la clase alta’, por su alto precio. Pero el azafrán no es solo eso. Tiene una historia muy rica no solo aderezando los platos, sino como tinte para prendas, autobronceador o incluso estimulante de la serotonina.
¿Cuál es su origen?
Sus orígenes son un misterio. Algunos lo establecen en regiones áridas de Grecia, del Mediterráneo oriental o Asia Central. A día de hoy, la mayor parte de campos de azafrán siguen situándose en esas zonas, siendo Irán el mayor productor a nivel mundial. Es curioso el hecho de que, durante los siglos XVI y XVII, el centro del universo del azafrán se trasladara del soleado Mediterráneo a la lluviosa Inglaterra. Una región concreta del país se hizo tan famosa por el azafrán que el mercado de la ciudad pasó a llamarse Saffron Walden. Pero en el siglo XIX los campos ingleses se desvanecieron.
¿Y sus propiedades?
Los recolectores de hebras de azafrán necesitan ‘tomarse un respiro’ de vez en cuando. Y nunca mejor dicho, porque se debe a que su distintivo y pesado olor actúa como narcótico en grandes cantidades. De hecho, se le considera un alterador del humor. Por ejemplo, un estudio publicado por la revista científica Journal of Affective Disorders ha demostrado que el azafrán puede reducir la depresión y los síntomas de ansiedad en adolescentes.
Además, contiene compuestos químicos antioxidantes que protegen el cuerpo de los efectos del estrés o las infecciones, y actúan como moduladores del sistema inmunológico. Tiene múltiples aplicaciones terapéuticas en la medicina tradicional como antiséptico, antidepresivo, digestivo o anti-convulsivo. Por si esto fuera poco, es rico en vitamina A, ácido fólico, vitamina C y riboflavina.
¡Helado de azafrán!
Habíamos pensado en 3 o 4 recetas con azafrán, pero en Murcia ya casi alcanzamos los 40 grados y ¡solo podemos pensar en refrescarnos! Así que, si quieres probar todo el sabor de esta especia sin morir de calor con un guiso castellano, sigue estas instrucciones y disfruta.
- Pon 300 ml de leche entera y una pizca de hebras de azafrán en una sartén y caliéntala hasta que empiece a hervir por los extremos. Retírala del fuego 20 minutos.
- Bate a punto de nieve 4 claras de huevo con 80 gramos de azúcar en polvo. Añade la leche que has hervido, y pon la mezcla al baño María hasta que la crema se pegue a la cuchara.
- Retíralo, mézclalo con 2 cucharadas de miel y 300 ml de nata, cubre el bol con papel film y déjalo enfriar.
- Pásalo por un tamiz muy fino, viértelo en una heladera y sigue las instrucciones del electrodoméstico. Después, déjalo en el congelador durante al menos dos horas.
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