No imaginamos una salsa mejor que el ali-oli. Mediterránea, natural, y más sana que cualquier otra.
Será por salsas, ¿verdad? Mezclas cremosas de ingredientes que pueden hacer del plato más soso un deleite para el paladar. Pero, claro, con el consiguiente aporte de grasas y calorías. Cuando pensamos en hacer dieta, una de las primeras cosas que eliminamos de nuestro menú es precisamente esto: las salsas. Pero, como casi siempre, resulta que hemos estigmatizado a base de procesados una serie de recetas que pueden ser sanas como la que más. Por eso nos encanta el ali-oli. Porque es muy nuestro, porque es muy fácil y, sobre todo, ¡porque está muy bueno!
Hoy queremos proponerte dos maneras de hacer ali-oli algo distintas de la tradicional, para que veas que, además de súper sabroso, también es versátil.
- Ali-oli sin huevo. La manera más purista de consumir ali-oli. Con todo el protagonismo para el ajo, creando simplemente una emulsión de aceite y ajo que no necesita nada más para estar exquisita, aparte de una buena materia prima, claro. Genial para los alérgicos al huevo, se empieza haciendo una pasta con ajo y sal empleando un mortero, para conseguir una textura especial. Después se añade una cucharadita de zumo de limón, y se va incorporando poco a poco el aceite, emulsionando bien para que quede homogéneo. Al no llevar huevo, es imposible que se corte. ¡Todo ventajas! Si le añades cilantro, cardamomo o jengibre, tendrás una variante exótica y sorprendente.
- Ali-oli de zanahoria. La zanahoria tiene aplicaciones mucho más allá de las ensaladas o el cocido madrileño de los domingos. Otro día te hablaremos del gazpacho de zanahoria, pero ahora prueba a añadirla al ali-oli y verás cómo te deja ojiplátic@. Además, si quieres broncearte este verano, ya sabes que la zanahoria es un potenciador natural del bronceado. Cuece un par de zanahorias y tritúralas con algo de agua, dos dientes de ajo, sal y de nuevo una cucharadita de limón. Al igual que con el ali-oli sin huevo, hay que añadir poco a poco el aceite de oliva -no uses virgen extra, es demasiado fuerte- hasta que consigas la textura que quieras.
Ahora solo falta tostar un poco de pan, subirte las mangas de la camisa y prepararte para disfrutar de la mejor salsa del mundo. Que, cómo no, ¡es española!